abril 29, 2024

Así se comporta un socio tóxico

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Si existe, en genérico, el concepto de persona tóxica para calificar a ese individuo que va sembrando mal rollo allá por donde va, ¿por qué razón no iba a existir la figura del socio tóxico, cómo término asimilable a ese socio que va sembrando de cizaña y negatividad el ambiente de la empresa que, supuestamente, trata de constituir? El sitio Emprendedores nos aconseja.


Según Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización, de la Escuela de Negocios ESADE, la figura del socio tóxico forma parte de lo que “tradicionalmente se ha llamado cultura de empresa y que corresponde, lisa y llanamente, al modo de hacer las cosas en una compañía, sus valores y organización”.


Descubrir al intoxicador


Que no resulta fácil identificar al socio tóxico lo demuestra el hecho de que ni siquiera para definir el concepto hay unidad de criterio. Así, para Ceferí Soler, “hay una clara variable que se da en nueve sobre diez casos de lo podría denominarse un socio tóxico. Entonces, podríamos hablar de una persona con gran capacidad de trabajo, muy preparada y que se da cuenta de que los demás no le siguen… porque no tienen sus competencias o su capacidad de trabajo. Consecuencia de esto, el tóxico se dice a sí mismo: “con estos socios no voy a ninguna parte”, al mismo tiempo que el resto de los socios le ven tóxico porque hay una gran distancia con él.


¡Ay, el ego!


Miquel Isanta es gerente de Moltacte y tiene clara la manera en la que podría detectar a un socio tóxico: la manifestación de un exceso de ego. Según explica, “nosotros tuvimos un caso de este tipo con un antiguo director de la firma. Decía, después de que levantáramos, de la nada, una empresa que factura dos millones de euros y da trabajo a 75 personas, que ya no se identificaba con la compañía. Incluso me llegó a preguntar que por qué queríamos crecer”.


Después de aquel episodio, Miquel tuvo ya claro lo que, para él, sería un socio no tóxico. “Es fundamental que haya una confianza de base y el compromiso de trabajar juntos en algo que va a traer una compensación mayor que el propio ego… y ante cualquier problema, hablar y escuchar”, afirma.


Todo por escrito… y antes de empezar


Cuando se buscan socios, si se quiere encontrar a las personas adecuadas para el proyecto, hay que entrevistar a mucha gente. Este es el momento, según la experiencia de Javier Enric, presidente de la empresa Homestaff, en el que hay que hacer todo lo posible para que un posible socio tóxico no se nos cuele en nuestro proyecto: “Nosotros no pudimos evitarlo y eso nos creó problemas”. Para que esto no vuelva a ocurrir, Enric aconseja redactar un documento en el que se establezcan las reglas del juego.

“Todo se basa, al final, en la confianza mutua. Por muy idílica que sea la relación inicial, todo se puede volver tormentoso. Por esta razón, es mejor establecer las reglas de juego desde el mismo comienzo de la relación societaria”, explica.


Antes romper la empresa que mantener la toxicidad

No son ni una, ni dos… ni miles, sino muchas más, las empresas que han eternizado su toxicidad interna, hasta llegar a la ruina de sus socios por una misma circunstancia: nadie ha sabido atajar la toxicidad interna. Para evitarlo, según el profesor Diego Vicente, “lo primero es no tener miedo a que la compañía corra peligro, ya que pues esta es la baza más potente que tiene a su favor el agente tóxico: juega con el miedo de los demás y atemoriza con que la relación se rompa”. Tampoco debes tener miedo a la ruptura. Si se rompe una sociedad, se hace otra.

Fuente: Agencia Sapiens

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